Enamorarse es fácil. Lo difícil es darse cuenta. A menudo confundimos el sentimiento con otros y lo ignoramos o bautizamos una sensación cualquiera como enamoramiento.
¡Qué fácil es enamorarse! Lo complicado es admitirlo. Una de las cosas más difíciles de confesar, es el amor, sobre todo si no tenés certeza de ser correspondido.
Realmente, es fácil enamorarse. Lo sádico es sentirlo. ¿Cómo se puede ver a diario a esa persona, saber que hace temblar el alma, pero que nunca podrás besar sus labios?
Sí. Enamorarse es sencillo. Basta con mirar sus ojos, su sonrisa, recordar su mirada. Si al hacerlo, suspiras y sólo pensás en volver a verlo, entonces te tengo noticias: estás enamorado.
Enamorarse es muy fácil. Lo difícil es amar. Enamorarse es un momento, pero amar, es toda la vida.
Es tan sencillo enamorarse. Es soñar con estar en sus brazos. Es sonreír involuntariamente al pensarlo. Es cerrar los ojos y volver a verlo. Es recordar una y otra vez cada momento vivido a su lado. Es sentir que se te desgarra el alma si algo malo le ocurre. Es que se te ilumine el día si él está y que todo te irrite sino.
Es fácil enamorarse. Lo difícil es olvidar. Lo es, porque si te enamoraste, te diste cuenta, lo admitiste, sobreviviste, soñaste y sufriste, entonces no sólo estás enamorado. Además, ya estás amando.
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